Suelo afeitarme los jueves y éste pasado, como cada semana, me acerque a la barbería y mientras esperaba mi turno para ser atendido hablábamos el barbero, otro cliente y yo. En una de estas, el otro cliente dijo:
—Esta mañana he visto que te hacían fotos.
El barbero contestó que los de cierto periódico se había enterado que el actual Presidente de la Generalitat de Cataluña (no soporto decir ni que digan President cuando se habla en castellano) se corta el pelo y se afeita en su establecimiento cosa que me lleno, un poco, de orgullo. Tampoco fue algo a lo que diéramos mucha importancia dado que el siguiente tema de conversación fue elevadísimo, una tienda de arreglos de ropa dos manzanas más arriba.
Finalmente, el otro pagó y se fue entonces me pude sentar en la silla del Presidente (dado que de las tres que hay solo se usa aquella).
Pedro, el barbero, inclinó la silla, me puso una toalla como babero, me untó con la brocha de cerda blanda, cerré los ojos y empecé a oír el rasgueo de la hoja contra la barba de una semana. Primero la mejilla derecha y parte del cuello, la izquierda, la parte restante del cuello, la barbilla y, levantándome ligeramente la nariz (cosa que no deja de sorprenderme), el bigote.
Después, recogió el resto de espuma con la toalla y cogió la botella de Floïd Vigoroso (loción para después del afeitado) —la cual no recomiendo para los primerizos en el afeitado (mejor Aqua Velva), no hay cosa que pique más en todo el universo, ver fórmula a pie de página—, tras dejarme medio atontado con el chorretón de este líquido, el cual creo componente de la inyección letal, me masajeó con algo de crema (creo que) hidratante, me cobró y me fui más contento que unas Pascuas con mi cara más suave que el culo de un bebé.
He de señalar que cuando decidí empezar a ir al barbero para afeitarme no fue una iniciativa motu proprio. De hecho, fue por una consigna en una de mis páginas web de cabecera (http://artofmanliness.com):
—Find a Barber.
Yo acababa de volver de un viaje y hacía varios días que no me afeitaba así que indague sobre barberías dónde se afeitara a navaja y, voilá, encontré 3 en toda Barcelona (suerte, la mía que una esta cerca de mi entorno callejero).
Otro motivo es que al no tener la necesidad de afeitarme a diario no me afeito con regularidad y con ello acabo adquiriendo un aspecto sucio o de enfermo —hablo por mi, a unos les sienta bien el vello facial y a otros no—. Pero, bueno, no pretendo que, ustedes, hagan suyos mis motivos pero, desde luego, insto a todos mis lectores (masculinos) que, al menos una vez, sean participes de esta experiencia costumbre de tantos en el pasado.
Fórmula de Floïd:
-6/10 de alcohol etílico.
-1/4 de ácido sulfurhídrico.
-1/20 de ácido de bateria.
-1/10 de guindilla en solución acuosa a un máximo del 25% (sino hace el mismo efecto que el Botox).
-unas gotas de Tabasco para darle sabor.