lunes, 21 de noviembre de 2011

Festival "Al Ras", 2011

Víspera

A pesar de tener fecha en el 19 de noviembre, todo empezó la noche anterior en el "nou Caliu" de la calle Torrent de l'Olla. Tras una cena con chistorra, morcilla y vino de la casa, uno de los comensales, Lluís Gómez, gran artífice del festival y banjista de la Barcelona Bluegrass Band, se levantó y desenfundó su instrumento, seguido por más músicos entre los que se contaban los franceses Fred Simon y Jean-Marie Redon, ambos al banjo como el primero; a la guitarra Juan Pablo Caja y Kevin Thomson que también canto con característica voz rota; también Andrew Henley y Maribel Sánchez, tocando sendos contrabajos. De la señorita Sánchez se podría decir que hay más contrabajo que contrabajista pero con su gran técnica hace que el instrumento se le quede pequeño.

El Caliu

Entre Old Joe Clark, Reuben y otros himnos bluegrasseros llegó Richard da Silva, uno de los que regenta el Guitarland Guitarhospital, tienda de y taller para instrumentos musicales. Acompañaba al matrimonio redneck de los Buckner, Trae y Jamie Lynn. En seguida los tres se sumaron a la improvisada jam session de la cual disfrutábamos: Richard blandiendo mandolina, Trae alternando entre la guitarra y el banjo y su esposa emocionándonos con su voz sureña de gran belleza.

La cosa duró lo suficiente para que nos echaran educadamente del restaurante y nos despedimos para el día siguiente.


Mollet

El festival "Al Ras" hace, con éste, diez años que se celebra en Mollet, población cercana a la ciudad condal. Es el único evento de música bluegrass y old time que se celebra en la Península Ibérica. Este año no hizo honor a su nombre (al raso en castellano) debido a la fuerte lluvia, otros años se ha celebrado en el "Mercat Vell" de Mollet que tiene una atmósfera muy adecuada para el tipo de música que se hace, pero este año tuvo lugar en el centro cívico de "Can Pantiquet" cuyo aspecto es, como el de todos los centros de este tipo, de una mezcla entre templo metodista americano y centro penitenciario.

Empezó, a las 18:00, con Tony Giménez, cantante de folk, un hombre muy tranquilo cuya cuerda liga poco con los grupos que tocaron después de él pero que dejó la audiencia calentada para que los escoceses de Tin Horn Hank pudieran tocar.

De izquierda a derecha: Ricky Araiza, Lluís Gómez, Jean-Marie Redon, Eugene O'Brien y Fred Simon

Fue entonces cuando subió al escenario un ejercito de banjos de varios grupos para hacer tiempo debido al retraso de Nick Prescott, madolinista de los Tin Horn, por un percance automovilístico, pero todo llegó a buen termino al ser tocadas varias composiciones de éste que se retrasó y un muy adecuado Worried Man Blues por aquello de estar en jornada de reflexión final al 20-N. Cuando terminaron se oía de fondo a los Hillbilly Gypsies tocando con Ricky Araiza, Jean-Marie Redon y Richard da Silva en una sala contigua en una jam espontánea.

Los escoceses afincados en Barcelona de Tin Horn Hank.

Tin Horn Hank dejó paso los Booty Hunters, presentados jocosamente con su nombre traducido literalmente al castellano (los cazadores de culos). A la voz y al banjo estaba Xavi Ollé, con quien he tenido el placer de tocar y cuya actitud y aspecto de cowboy rockstar me sorprendieron habiéndole visto antes como comedido y modosito músico. Tocan un género que mezcla country y punk dándoles, el hooligan-grass, un aire más salvaje que el propio del bluegrass.

Booty Hunters (Cazadores de Culos).

Durante la breve pausa, cotilleé el merchandising disponible, camisetas, libros y distintos cedés de los grupos de los presentes.

Tras bocadillos, cervezas y coca-colas subió al escenario la BBB con Fred Simon, entre los temas el más vitoreado fue la composición de Lluís Gómez Manga el banjo, no sólo por la calidad de la misma sino por lo tragicómico del origen del título. Contaba el Maestro Gómez, que al gravar el tema en estudio no se decidían por el título y recientemente le habían entrado a robar a uno de los músicos, a éste le robaron todos los instrumentos a excepción de un banjo Gibson del año sesenta y pico, fue entonces que, a propuesta de uno de los técnicos, el tema se llamara así.

La Barcelona Bluegrass Band con Fred Simon.

Subieron Trae y Jamie Lynn Buckner al escenario acompañados por otros músicos con cuyas piezas emocionaron a todo al público, en especial cuando todos dejaron al señor Buckner solo en el escenario e interpretó, entre otros, O Death (a capella) y un Talk about suffering que, según contó, cantaba en los escenarios de sus inicios cuando su abuelo, un predicador Pentecostal, le pedía que tocara una canción para el Señor. También cantó junto a su esposa West Virginia Mountains, lugar de donde son.

De izquierda a derecha: Richard da Silva, Hillbilly Gypsies (Jamie Lynn y Trae Buckner) y Ricky Araiza.

En una breve pausa, Llu
ís Gómez fue homenajeado con un pastel en forma de banjo con diez velas en celebración de la décima edición del "Al Ras". Todo terminó con una magnífica y emocionante Jam final en la que participaron todos los músicos anteriores y algunos salido de público. Un gran final para un pequeño y modesto evento con grandes músicos, aun teniendo un clima económico y meteorológico tremendamente desfavorable.


*Fotografías extraídas de la página web de Jean-Marie Redon y Sharon Lombardi y la página web de Booty Hunters.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¡No a la huelga estudiantil! ¡Sí a la universidad pública!

Mañana, jueves 17 de noviembre, se supone que hay huelga de estudiantes en defensa de la universidad pública. Me parece un completo despropósito, no el motivo de la huelga si no el hecho de que dicho objetivo se defienda por este medio.

Según tengo entendido una huelga (vaga en catalán) es el paro que hacen los trabajadores para reclamar mejores condiciones laborales a un despótico patrón. Bien, para ser trabajador se necesita hacer una serie de tareas y cobrar por hacerlas, que yo sepa, la universidad no nos paga, ni a ningún compañero mío ni a mi, por el hecho de estudiar, cierto que hago tareas y mi trabajo es el estudio pero no es un empleo ni se trata de una experiencia laboral. Aunque, recordando la cita del presidente Rodríguez Zapatero en excusa para intentar quitarle hierro al problema del desempleo (cuando un joven se está formando está trabajando), podría ir bien al Ministerio de Educación bien a la Conselleria d'Ensenyament para reclamar todo el sueldo que me han retenido el último año y medio.

A dónde quiero llegar es a la perdida de tiempo que resulta hacer huelga en calidad estudiantil, si yo pago por estudiar, no me puedo permitir dejar de venir a clase para reclamar vaya usted a saber qué. Una manifestación fuera de horario lectivo sí tendría sentido.

Si las notas y expedientes de toda la población universitaria española fueran brillantes (o al menos la media) tendría algo más de sentido pero, tal y como está la cosa, esta "huelga" tiene más relación con la pereza y que cualquier excusa es buena para no trabajar. Si vemos el término en catalán, la etimología de "vaga" tiene origen en la misma palabra que el el vocablo castellano de vago. Esto es, en este caso, vaguear inútilmente por no querer trabajar más allá de que se quiera maquillar con la excusa de un respetable motivo.

Un buen amigo, el periodista Carles Navales, Dios le tenga en su gloria, me dijo ante una situación similar que lo que se debería hacer es llevar al profesor a la calle y que los discentes recibieran clases ante los ojos del país, cierto que se podría acabar obligando a aquellos que no quieren participar en la huelga pero siendo todos participes de la educación universitaria pública, no creo que nadie de mis compañeros esté en posición de negarse ni tampoco nadie del profesorado. Por lo tanto, hagan huelga pero háganla bien, sin disturbios, ni quejas por que sí, sino siendo constructivos y dado una imagen merecedora de mejoras educativas con muestras de esfuerzo y trabajo, no vagueando y dando aires de justicia social y falsa buena fe.

sábado, 12 de noviembre de 2011

El Bigote

El origen del término esta en el grito de guerra de los bárbaros, ¡Por los dioses!, algo parecido al by god inglés. Este atributo tan masculino y, como dicta el estereotipo, femeninamente portugués ha sido el filtro de sopas para numerosos personajes históricos.

Dos bigotes que siempre acuden a mi memoria son el de Nietzsche y el de Chaplin. El primero es una exageración del de Tom Selleck, muy adecuada, si se me permite, dada la fuerza de su obra literaria (y digo literaria deliberadamente). El segundo, aunque postizo, es una de las señas características con las que ha pasado a la posteridad junto al bombín y la caña dulce. Éste, llamado toothbrush (cepillo de dientes) y típicamente británico, fue degradado al asociarse con cierto dictador con pintas de camarero de flequillo grasiento. De hecho, hay una plataforma para la eliminaZión de la lacra genocida que pesa sobre el tercio central del labio superior.

El bigote que realmente me enamora es el que estoy cultivando desde hace una temporada. En inglés lo llaman handlebar, ya que asemeja al manillar de las bicicletas antiguas. Como caballero me interesé por cómo, cuanto y cuando conseguiría tener el mostacho que ya estoy consiguiendo. con mis pesquisas me tope con todo tipo de curiosidades: redecillas para dormir, peines, clubs, ceras y, finalmente, Moviembre (Movember).

El Movember consiste en afeitarse la mañana del primer de mes y, a partir del día dos no afeitarse el bigote. Esta tradición esta bastante arraigada en los clubs de rugby británicos y entre jugadores y técnicos compiten mostacho contra mostacho en originalidad, longitud, diseño, etc. Pero el verdadero motivo de esta afición es prestar apoyo moral a aquellos afectados de cáncer de próstata.

Siendo un apoyo un apoyo moral con un punto cómico y, en algún caso, ridículo no deja de tener una buena intención sin olvidar tampoco que haga que se retome, en cierto modo, la costumbre de peinarse y recortarse el vello del labio superior sea de modo daliniano, en plan general del ejercito confederado o buscando un bigote de esos de zarzuela.

martes, 1 de noviembre de 2011

¿Como llama un tejano a su hija?

¡Yeeha! Este domingo toqué en una jam session de bluegrass en un afamado bar del barrio de Gracia, el Astrolabi. Estoy convencido de que más de uno debe creer que soy un estirado, niño bien o alguna cosa por el estilo. La cosa es que en aquella velada toqué mi banjo acompañando a otros 4 músicos mucho mejores de lo que yo seré pero a pesar de mi se creó un ambiente festivo de baile y cánticos de rednecks y cowboys americanos; algo parecido al ambiente bávaro que viví en la Volksfest de Stuttgart pero en tamaño reducido. Esta vez nadie rompía jarras de litro ni comía pollo frito pero corrían las cañas y alguna que otra tapa de aceitunas.

Saltó con la armónica al escenario una muy buena amistad de mi compañero Stranglehoff y mía propia, Eduardo Ramos (barman que regenta un excelente cocktail bar en Sant Gervasi). Fue grata la sorpresa que se acoplara sus bufidos e inspiraciones metálicas a un estilo musical que no es el suyo con tanta facilidad.

Lo gracioso de todo ese ambiente es el hecho de que se respirar un aire como de saloon de película de John Wayne (pronunciado tal como se lee) sin peligro de tiroteos y con algún tema contemporáneo como "Tell It To Me" de los Old Crow Medicine Show. Aquellos bailes esperpénticos de pies al aire y brazos entrelazados: nada de danzas kuduro o cosas así.

Fiesta, bailes, alegría y música pero dentro de la animación reinaba una gran calma, sin necesidad de altos volúmenes ni alcohol barato ni altas horas de la madrugada para creer haberlo pasado bien y recordar poco o nada. Sencilla diversión que incluso los que no serían de esta cuerda la disfrutarían (oí más de una vez la frase "esto tenemos que hacerlo más a menudo").

Mi conclusión es que llegar a las once y media de la noche a casa, completamente sobrio y con una gran sonrisa es mejor que la mayor de las interminables noches de locura y desenfreno, con la resaca que conllevan. He dicho.

jueves, 20 de octubre de 2011

Tú a mi no me hables

En el rodaje del spaghetti-western "El Bueno, el Feo y el Malo" se dio la situación en que Eli Wallach (Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramirez, el Feo) no hablaba ni castellano ni italiano y Sergio Leone, el director, no hablaba inglés. Para solucionar este problema se dirigían el uno al otro en francés, idioma por ambos dominado.

Para mí el catalán ha sido, es y, supongo, será mi principal lengua para el habla. Como catalán y catalanista estoy orgulloso de serlo y por ello también de usar esta lengua. Lo que me mosquea de algunos hablantes del catalán es el esnobismo en la comunicación que se da cuando lo usan para un público con una proporción notable de no hablantes o completos desconocedores de nuestro idioma.

Este martes fui a ver "Fausto" de Gounod al Gran Teatro del Liceo invitando a dos amistades uno de aquí y otra de nacionalidad polaca. Nuestra amiga esta aprendiendo castellano y por ello es capaz de entender algo de catalán pero realmente me frustró el hecho que la pantalla situada sobre el escenario hiciera la traducción simultánea en la lengua autonómica, para más inri, un catalán repipi que, con un intento de tener aires de solemnidad y cultura, se queda en la versión de top manta del lenguaje usado en las traducciones catalanas de Shakespeare. Lo que sucedía es que la pobre chica me iba preguntando el significado de palabras de las cuales desconocía la definición ya que algunas no aparecen ni en el Pompeu Fabra.

Cierto que en algunos asientos del antiguo Gran Teatro de Isabel II hay una pantallita que da la traducción de la opera en catalán, castellano e inglés pero, a pesar de que los mensajes de megafonía se den por triplicado (otra vez castellano, catalán e inglés), que la traducción accesible a todos los espectadores sea en catalán entra en conflicto con el eslogan de la opera house de la Rambla, "el Liceu de tots" (el Liceo de todos).

Es innegable que el castellano es mucho más conocido internacionalmente que el catalán y, de tal modo, que para poder hacer accesible a más gente algo como la traducción de los gorgoritos de sopranos y tenores, es mucho más lógico usar una lengua por todos los catalanes entendida (aunque algunos no la consideremos como la nuestra principal) que no usar la más redicha versión del catalán que ni tan siquiera nosotros entendemos (y, sinceramente, cuyo lenguaje dudo que sea correcto de modo alguno).

Donde quiero llegar es que la lengua, más allá de la identidad cultural o histórica que pueda tener, es un instrumento de comunicación y por ello usarla como si fuera un lenguaje en clave solo comprensible para algunos pocos me parece la mayor infantilidad de la que puede ser capaz ningún nacionalismo. Que en el Senado, cámara de representación territorial, se permita el uso de lenguas autonómicas no tiene ningún sentido, para mi seria comprensible que se pudiera presentar escritos en las lenguas oficiales pero que por una falsa apariencia de patriotismo se use una lengua que otros desconocen y se pongan intérpretes para que puedan entender estos otros lo que se dice es una soberana gilipollez que incurre en un entorpecimiento de la fluidez parlamentaria (que ya de por sí es poca) a parte del subsiguiente gasto de dinero público.

En definitiva, cada uno es libre de usar la lengua que quiera, pero si realmente se quiere ser comunicador, se usa, la que el emisor y el receptor compartan como los Sres. Wallach y Leone.

jueves, 29 de septiembre de 2011

The Dandiacal Body

Me hablaba un amigo de su culebrón con una chica que conoció al iniciar sus estudios de ingeniería (pocas damas hay en su facultad). Una chica agradable y sencilla (a primera vista), interesada tanto por actividades culturales tanto de su propio ramo como del de letras. Una de esas rara avis que pueden hablar de Byron como neuropsicología o la construcción de un submarino. Era lo que algunos llaman dandizette, una mujer dandi (aunque solo a primera vista) y resulto serlo solo de boquilla, como aquellos que en un bar piden un gintónic como paradigma de la coctelería y no han oído hablar ni del dry martini o el beso de tortuga.

Todo les iba bien hasta que se enamoraron: él de ella y ella del que quería que fuera él.

Él es de provincias y ella es urbanita. El desasosiego empezó cuando el quiso seguir siendo quién era (romántico empedernido y algo bohemio) y ella quiso volver a ser normal; esto hizo que ella le soltara la peor puya en la que podía pensar, a mi parecer, un piropo:
—Yo busco alguien especial con quien pueda hacer cosas normales.

Analizo la cita. De buenas a primeras le llamo raro algo que, al menos para mi, es un gran halago. Pero el problema de la rarez personal es que a veces deja de ser la lucecita que nos hace distinguidos y distinguibles para convertirse en una luz incomoda, cegadora y ridícula a la vez, como (perdónenme los narigudos) una napia que se pasa de personalidad para ser un porche para el bigote.

Hay dos maneras de llevar la rarez: riéndose uno de si mismo, que me parece algo de lo más hipócrita pero esta socialmente aceptado, o encajando las peculiaridades de uno con el prójimo y aceptando críticas con estoicismo aunque la mayoría de comentarios son un insulto con intención de denotar que nuestra originalidad y especialidad son ridículas, cuando quien hace esos comentarios de escarnio es tan o más ridículo que nuestro desorden estilístico.

Dicho de otro modo: (parafraseando a William Beau Brummell) la originalidad nace de un estudiado desorden pero sin la apariencia de estudio. Si levantara la cabeza el padre del dandismo se daría cuenta que lo que el ideó como rechazo a lo recargado y excesivo (pelucas, maquillaje, perfume...), no se asustaría por que el dandismo se haya reconvertido en algo recargado de anacronismos, si no que es un rechazo a la pseudomodernidad que se postula en la actualidad como en su momento fue una crítica al falso clasicismo del que nadaba a contracorriente en su origen. A parte de este detalle, otra diferencia entre el antiguo dandismo y el actual es que ahora es imposible que se ponga de moda o se convierta en una tribu urbana, ¿o sí?

En definitiva, se sea o no un dandi, la originalidad con extrema moderación es buena siempre que no este basada en la originalidad de otros, entonces deja de serlo para convertir-se en copia, aunque la inspiración en las virtudes de otro es aceptable. A lo que no hay que ceder es al uniformismo que hay en la actualidad, y no me mal interpreten, sobre todo en el vestir femenino.

Insto al rechazo de la tónica actual, eso si, con gusto. Debo añadir que nadie puede forzarse a la genial originalidad si no tiene el don congénito (todo el mundo en mayor o menor medida es participe de él) pero no se debe caer en falsos ídolos de originalidad: véanse tribus urbanas de la contracultura de la actualidad como los perroflautas o el estilismo de algunos pseudoconservadores de extrema derecha. Sacando de contexto a Ben Franklin, todo aquel partícipe del extremismo debería ser castrado y repartir todo "lo suyo" entre los borregos de la humanidad ya que parece que les falta "virilidad" (él no dijo virilidad).

lunes, 5 de septiembre de 2011

El dinero, por un lego en economía

Dice Cicerón en De Senectute que jamás ha oído (o, mejor dicho, oyó) que un anciano olvidase donde había escondido su dinero. Bien, esto no es lo que me ha pasado a mi. Hace cosa de un mes, en una visita a mi abuela me dijo que se había encontrado 5500 pesetas en una carterita que le regaló, hace años, mi difunto abuelo. Son cinco billetes de 100 pesetas (del año 1970) y otro de 5000 (éste, del 76): los primeros vienen con un retrato de Manuel de Falla y el de 5000 con el de Carlos III.


Lo interesante de todo esto no es cómo mi abuela olvido esta fortuna en un bolso que no ha utilizado en, al menos, treinta años sino en lo que he reparado al echar una ojeada a las 5500 pesetas de mi abuela al volver del banco esta mañana.

Hoy mi madre me ha pedido (para la caja de la empresa familiar) que fuera a buscar cambio de 1000€. Con dos billetes de 500 me he dirigido a la sucursal del Banco X que hay en la esquina al otro lado de mi calle. Tras sospechar de mi mismo como atracador de bancos (es lo único que provocan esas puertas de seguridad) he esperado a que quedara una ventanilla libre y me he acercado a la amable cajera con intención de hacer la transacción (aunque técnicamente ni el banco gana nada ni yo gano nada, es la entrega de mil euros por su tantundem). Lo que ha sucedido es que la señorita me ha pedido un número de cuenta pero no tenía intención de ingresarlo ni tengo cuenta en el Banco X así que le he repetido que yo quería cambio. A esto ella me ha insistido en que necesitaba una cuenta particular pero, aun explicándole que venía de parte de una empresa me ha reclamado que necesitaba a un apoderado para poder hacer el cambio con una cuenta de empresa, cosa que yo no quería; tratándose como se trataba de simple cambio.


Si yo traigo un efectivo de 1000 (no teniendo ninguna deuda con ninguna entidad) implica que yo respondo de esa cantidad personalmente y que, por mucha rabia que le dé, a la amable cajera (ahora mala bruja, devoradora de tiempo y productividad), tendrá que darme otro tanto de la misma especie y calidad de lo que yo le entrego. Puedo entender que esto sea para evitar que un moroso trate de pasarse al efectivo para no pagar sus deudas bancarias, como hacía el dibujante Vázquez, pero no admito como excusa que el motivo de esto sea evitar que se dé cambio con la entrega de billetes falsos; seamos francos, al banco no le interesan los billetes falsos (ni a mi tampoco) pero el banco es la entidad idónea para interceptarlos. Por otro lado, con sus medidas de seguridad en la puerta y a la hora de darme cambio ya envían a tomar viento la presunción de inocencia hasta de la más venerable anciana (cosa que he visto cuando una señora no entendía como entrar por la puerta de seguridad, que es triple en el Banco X). Tras dedicarle un par de sonrisas condescendientes a aquella amable cajera que me ha aumentado el mal humor mañanero propio de mi persona he decidido probar, a ver qué me decían, en el Banco J, el cual me ha dado siempre la sensación de ser de los de toda la vida; a pesar de que algunos de los jefes de esa sucursal vayan en mangas de camisa y yo me afeite más que ellos (¡Qué carca soy!).

En el Banco J me han tratado con amabilidad y me han dado el dinero al instante, cierto que en este sí tengo una cuenta pero dudo mucho que el cajero lo supiera dado que no me lo ha preguntado y solo he entrado en ese local para usar el cajero automático algún fin de semana.

Al llegar a casa, le he entregado el efectivo a mi madre y, como ya he dicho, me he mirado las 5500 pesetas: en los 6 billetes, que tienen tantos años que podrían ser mis padres, reza una inscripción "El Banco de España PAGARA AL PORTADOR (tantas) PESETAS. Madrid a tantos de tantos de mil novecientos tantos". Cierto que ni el Banco X ni el J son el Banco de España (cuyo edificio sucursal en Barcelona es precioso tanto por dentro como por fuera) pero llevo un título que me es válido en varios países el cual depende del Banco Central Europeo, que a su vez delega en el Banco de España.

Lo que realmente me sorbe el seso y no soy capaz de comprender es la presunción de culpabilidad que se nos aplica cuando pretendemos hacer un inocuo cambio de dinero y se nos trata como estafadores que usan moneda falsa o blanqueadores de dinero. A mi parecer se trata de una atribución de poder al cajero a lo vigilante de piscina (alguien que no tiene potencial de liderazgo y se le legitima para usar la vil excusa de "es por su seguridad" para marimandonear y no beneficiar, tampoco diré perjudicar, a aquellos que pretendemos hacer uso de un servicio: cambio en el banco, baño en la piscina).

En definitiva, es envidiable la falta de escrúpulos que tienen algunos cuando se trata de ser un estorbo y la vergüenza que tiene la gente para ser amable. Para mi no ha sido un gran esfuerzo añadir a la nota de mi madre que cantidad de billetes necesitaba de cada tipo y la cantidad de euros que representaban respectivamente, del mismo modo, no espero una sonrisa ni un cómo esta usted aunque el más aséptico y frío de los servicios debe ser agradecido si es que nos lo hacen. No hace falta ser un mono pelota, pero cuando se hace un trabajo y, encima, se nos paga por ello, en primer lugar, debemos hacerlo y, en segundo, debemos hacerlo bien como poco.

martes, 12 de julio de 2011

Tras el silencio

Tras una pausa de producción, no aletargada precisamente, escribo palabras de vacaciones esperando tener un letargo veraniego de lo más productivo. Redacto junto a una ventana a través de la que veo caer una lluvia de verano parecida a la que le cae encima a El Manco de un conocido western.

A diferencia de otros escritos en este no pretendo dar a conocer una historia ocurrida sino simplemente dejar fluir la espontaneidad como la del caminante que no pretende llegar a ningún sitio mientras pasea por la ciudad, es decir, un andar suave pero animado que solo es guiado por las apetencias que puedan sugerir los sentidos en un momento de falta de obligaciones.

Ejemplo de lo último podría ser algo como el bajar por la Rambla con un paso que podría ser a ritmo de una pieza de Lacho Drom (recomiendo La Verdine) algo animado, como pretendiendo buscar el sitio donde uno fuera esperado para, pongamos, una cita. Una vez ese paso pasa, empieza algo más lento, más de película francesa. Girar a la izquierda en carrer de la Canuda, esquivar turistas y carteristas mientras se fuma un cigarrillo y se martillea el suelo con bastón de punta dura; se gira en Portal del Àngel buscando, váyase a saber qué y se enfila uno hacia la catedral tras señalar a dos holandeses despistados la dirección a Plaza Catalunya.

Una vez en frente de la catedral, vuelve aquel sobre sus pasos para coger carrer del Bisbe y llega a la Iglesia de Sant Sever pero no baja por aquella calle perennemente encharcada sino por el callejón que lleva la plaza de Sant Felip Neri a un paso más sosegado (como en Lentement Mademoiselle de Django Reinhadt). Para en la fuente y se ata el zapato izquierdo, no sin que caiga el bastón que se había reclinado en la repisa donde apoya el pie.

Luego, tras quitarse las gafas tintadas, se mira el paredón de la iglesia del santo que da nombre a la plaza, horadado por incontables balas que en tiempos desafortunados segaron las vidas de múltiples clérigos, religiosos y algún laico. Con tal pensamiento en la mente, el paseante, no puede parar en la terraza de la plaza a tomar nada, así que continúa hacia Sant Sever y asciende unos metros para mirar que piezas nuevas tienen en aquella joyería tan rara. De tan especial que es el genero, el nombre del establecimiento pasa completamente desapercibido.

Tras ver pendientes que son cascaras de huevo, gemelos en forma de revolver y colgantes que imitan hojas, sale y va calle abajo hasta Baixada de Santa Eulalia y, después de ésta, tuerce la derecha en carrer dels Banys Nous casi siendo atropellado por un ciclista barbudo, cosa que le enerva un poco haciendo más propio un tema más grave para sus andares (Cavalerie, también del maestro Reinhardt).

Al llegar a la esquina de Banys Nous con Carrer de la Palla mira el escaparate de pastas y tartas del Arcadia, el salón de té esquinero. Viendo aquella suculenta tarta de higos que tantas tardes de lunes le ha hecho pecar decide que es momento de un segundo desayuno, total, es muy pronto para un aperitivo. Se sienta en la mesa del centro de la sala de cara al gran ventanal sin cortinas a través del cual montones de curiosos admiran los manjares del aparador que hay en el interior. Es divertido curiosear las caras que pasan por delante de aquel cristal, sobre todo cuando se dan cuenta de que han sido descubiertas en su fisgoneo. Esto último suele invitar a entrar a más de un curioso en el que se despierta aquella complicidad de "Sí, la primera vez que entré yo también fui observado por un desconocido mientras miraba las pastas.

Tras el atracón uno puede acabarse la tisana e ir de vuelta la Rambla, coger calle del Carmen y ponerse en el patio de la Biblioteca Nacional a leer una novela de western de las de 75 pesetas comprada en cualquier tienda de la última calle y pasar el resto de la mañana entre Sol y sombra estando seguro que ni ha estado holgazaneando ni que su paseo ha sido vacuo.

lunes, 16 de mayo de 2011

¿A que nunca había visto decirle adiós a unos zapatos?

A proposición de la señorita de los zapatos rojos he decidido disertar acerca de calzado. Hace una semanas estuve en Florencia y, de camino allí, en la población de Santa Margherita Ligure me compré unos mocasines azules de ante. Hacía una eternidad que no me ponía en la Isla y al otro lado del Atlántico llaman "loafers".

Al principio me parecieron una de esas mamarrachadas de la moda actual que permiten a los oficinistas un toque de informalidad dentro de su uniforme pero una vez empecé a pasear con éstos calzados me di cuenta de lo cómodos que son. La sensación era de ir con zapatillas de andar por casa pero très à la mode. Todo en ellos era estupendo hasta que apareció mi hermana y su gran sentido de la estética para increparme por llevar calcetines.

Obedeciendo su criterio aquel paraíso se convirtió en un infierno de adoquines, además tenía frío en los tobillos mientras la planta de mis pies era un horno. Para colmo, acostumbrado a los zapatos de cordones cuya suela solo se flexiona de manera cóncava, los pedazos esos de cuero se doblaban también en sentido convexo con lo que cada borde de adoquín de me clavaba en el pie como si fuera descalzo.

Reconozco que los zapatos de cordones no son prácticos a la hora de ponérselos y, menos, a la de quitárselos uno. De todos modos, al tener una estructura parecida a las botas amortiguan los pisotones y hacen que el impacto contra el suelo no le acabe reventando el alma al caminante.

Entiendo que los zapatos de vestir no sean cómodos para según que situaciones y terrenos pero ir con bambas (como llamamos los catalanes a las deportivas) puede dar una imagen poco adecuada para según que ambientes (aquello de que bien vestido se puede ir dónde se quiera).

En definitiva, que el calzado debe llevarnos lejos pero que nos guste que nos lleve. si vamos con unos zapatos que nos gustan pero no llegamos al umbral de la puerta no vale la pena. Esto no va para las damas ya que todos sabemos que la belleza duele, pero les recomiendo que para evitar el dolor de los tacones prueben unos Ferragamo, que no acaban doliendo como unos Manolos u otro producto de otra casa (¡nótese que no lo digo por experiencia propia!).

martes, 26 de abril de 2011

Cubierto de salsa

Por falta de buenas historias en el último mes, he decidido que (por poner algo) público la siguiente fantasía.

En un pequeño restaurante del Borne barcelonés espera un chico joven y desaliñado, preocupado por cual será el motivo del retraso de ella y arrepintiéndose de la mala elección que ha hecho con su atuendo. Cierto que el gris es el nuevo azul pero hay algunas mezclas de tonalidades que son preferiblemente evitables.

Tiene miedo de haberse perfumado en exceso, que sus calcetines sean demasiado estridentes. ¡Qué coño! Está sentado a la mesa en un restaurante del Borne barcelonés.


Ella sigue sin aparecer y, como cualquier chico nervioso, elabora las más fatalísticas teorías, como "habrá tenido un accidente" u otras menos altruistas como "asimílalo, te han dado plantón". De repente pasa una gabardina por delante de los ventanales del restaurante, entra y se cuelga al lado de la puerta. Él está tan ocupado pensando en ella que no se da ni cuenta que la tiene delante, a punto de sentarse con él a la mesa.

Aunque ya había llegado, él seguía nervioso, las mujeres siempre le hacen sentirse como en un examen, un reto: le gusta satisfacerlas en sus expectativas sobre él sin dejar de actuar como suele hacer y con ello queda satisfecho. Una vez alcanzado este primer objetivo va a por uno mayor, en según que casos, muy difícil pero siempre más divertido: seducirla. Independientemente que su segundo objetivo sea la seducción, él no es un seductor, es decir, una cosa es ser seductor y otra muy distinta es ser UN seductor. El que es de los primeros, como él, atrae a todo el mundo; en cambio, los segundos atraen a un tipo de gente mucho más inmadura y superficial que generalmente hace escarnio de los primeros pero, valga el tópico, por pura envidia.

Volviendo a la mesa, él se levanta para cambiarle el sitio y darle una mejor perspectiva del restaurante, decisión tomada de manera poco premeditada dándole simplemente un punto de vista diferente pero no mejor. Empiezan a conversar de esto y aquello cuando les traen la carta y ella habla de compartir los platos cosa que a él le rompe los esquemas, a parte de no haberlo hecho jamás en una cita, él solo conoce sus propios gustos. Se pone más nervioso y aun más intentando no exteriorizarlo. El embrollo de qué proponer como plato comporatido tiene fácil solución ya que él no le hace ascos a ninguna comida y, por ello, le dice a ella que, siendo mejor conocedora del restaurante, elija los platos.

El decrecimiento de su nerviosismo a partir de aquí, si se expresara en una gráfica, sería radical pero alcanza un mínimo y vuelva a crecer cuando les preguntan poer el vino. Siendo un restaurante especializado en pescado, lo propio es pedir un blanco pero él no sabe más que de tintos y muy poco. Entonces, ya poniéndose en evidencia, le vuelve a pedir a ella que elija.

Al ser platos para compartir, él no sabe por donde empezar ni si empezar antes que ella. Se espera y sigue hablando de una tema tan recurrente como es el cine, evitando referencias pueriles como decir que la situación le recuerda a tal film o tal otro.

Comen, beben y hablan, como ya he dicho, de esto y de aquello hasta que terminan la comida. Otra vez se disponen a pedir, ahora: el postre. El toma la iniciativa y dice lo que le apetece pero no es del agrado de ella el mascarpone-toffe poniéndolo de manifiesto cuando habla del helado de avellana.

Ella se disculpa y se levanta de la mesa. Él queda solo, creyéndose observado por un millón de espectadores imaginarios como si estuviera en una película y supiera que es un personaje. Olvidando lo último, desde que ella se ha retirado, el helado de avellana se le ha hecho más y más apetecible y cuando ella está regresando, él pide el mencionado postre. Lo comen juntos, sin ceremonias hiperglucémicas pero con una recíproca mirada a laso ojos que no queda lejos del romanticismo.

Terminan y aparece la última y más brutal de las luchas en una cena: pagar la cuenta. En ese momento él se da cuenta de la gran mancha de salse en su camisa creando para si un ambiente más tenso. "¿Habrá visto mancha?" o "¿ha visto con qué torpeza me la he hecho?" son las preguntas que se le ocurren antes de pagar. ¿Qué hace? ¿Se deja vencer en esta batalla final mostrando una imagen infantil e inocente o paga ya actúa modestamente como un pagafantas? Distraído como está en su fuero interno acaba siendo invitado, de todos modos ha cedido ante el helado de avellana.

Al final, salen, encienden sendos cigarrillos, hablan de esto y de aquello, se besan y no piensan en nada (excepto por la mancha en la camisa). A pesar del tópico, todo es imperfectamente perfecto.

sábado, 19 de marzo de 2011

Calle Salmerón

(Recomiendo a los usuarios de Spotify que al leer éste articulillo escuchen una y otra vez The Old Fun City de Burt Bacharach en la banda sonora de "Butch Cassidy And The Sundance Kid" para mayor apreciación y sumergimiento en el contexto del escrito. Es más, les insto a buscar las imágenes que me han inspirado el texto.)

No pudiendo dormir pensando en qué estarán haciendo mis colegas en una noche en la que mi mayor plan ha sido ir a conversar al Cementerio de Elefantes (antro de bella y mala reputación del barrio), finalmente me he puesto a merodear por otros antros cibernéticos observando fotografías del blog itsbarcelonababy donde mi hermana salió retratada por su buen gusto en cuanto a vestimenta, he encontrado un video de una vista tomada del tranvía 169 de Barcelona en el año 1908 de Nuestro Señor. Este tranvía hacía el siguiente recorrido: subía por Paseo de Gracia siguiendo por Gran de Gracia (antes calle Salmerón) y en la Plaza Lesseps se encaminava a Avenida República Argentina y una vez arriba del todo pegaba la vuelta para volver por donde había venido a Plaza Cataluña y volver a empezar el recorrido.

El video me ha provocado nostalgia y melancolia por un tiempo que no pude vivir ni conozco ni conoceré a nadie que lo haya vivido. Es una situación histórica en la que mentalmente me gusta imaginar al Dr. Júvar o a mi padre; por supuesto, sé que no la vivieron pero, desde luego, conociéndoles, es perfectamente elucubrar que la vivieran, no por la edad física que aparentan.

La gente, consciente de la cámara rombolesca (nada que ver con las de ahora) en el morro del tranvía, procuraba pasar por delante de ésta de manera disimulada (como quien no quiere la cosa) aunque había algunos transeúntes que montaban la escenita y se hacía ver de manera teatral como si se hicieran una retrato al estilo de la escena de The NY Sequence en "Dos hombre y un destino".

Ver a gente bien vestida (¡y de diario!) por el Paseo de Gracia o la Calle Salmerón es una imagen que me sorprende y a la vez me parece natural, como si la hubiera visto un millar de veces (en mi cabeza). Hoy en día, mucha gente se emperifolla cuando en realidad visten como pordioseros (no implico que trajearse sea la máxima de mi canon estético); lo que debiera hacer todo el mundo es llevar la ropa con más naturalidad; a todo el mundo se le ve interpretando un personaje de acuerdo con su estilo de vestimenta, cosa que resulta ridícula y cargante ya que no es su verdadera personalidad sino un ente creado por el miedo al "¿qué dirán?". En las imágenes inspiradoras de lo que escribo veo inconsciencia en cuanto al atuendo, cada uno lleva lo mejor que puede lo que tiene para cada día sin importarles que llevan pues es lo que les identifica dentro de la sociedad en la que, con mayor o peor fortuna, diré que se sitúan más arriba o más abajo pero están orgulloso de su posición. Actualmente, el que está arriba pretende que está más abajo y el que está abajo apunta para arriba con un falso orgullo de su posición real. Cada uno debe aceptar lo que es y donde está a la vez que acepta lo que son y dónde se encuentran los demás.

Hay una asunto que sigue inquietándome, lectores míos: ¿me ven ustedes como un excéntrico pretencioso, un romántico acabado o qué? (Espero que empiecen a usar más a menudo la sección de comentarios de este blog).

Espero que este artículo les haya resultado menos pesado de leer ya que algunos de ustedes ya me han criticado por extenderme demasiado. Adjunto, además, un saludo a la señorita Fores quien me ha mentado la despreciable pero necesaria publicidad que hago de estos escritos.

lunes, 14 de marzo de 2011

De mentores y de pupilos o comiendo con el Presidente.

Tras un mes de ausencia, vuelve a visitarme la señorita inspiración que claramente es soltera y no le gustan las ataduras conmigo pero le gusta verme de vez en cuando, no sé por qué pero ahora me la imagino con zapatos rojos.

El miércoles pasado tuve la oportunidad de comer con el muy honorable Presidente Jordi Pujol. Fui acompañando a mi padre, mi mentor (el Dr. Júvar) y a Narciso Pi (pupilo de mi padre). Fue una experiencia interesante ver a una institución personal como es el Presidente de la Generalitat con más tiempo en el cargo. Debo hacer notar que sigue actuando y hablando como un político sin serlo actualmente, pero decir mucho sin decir nada y responder lo que se quiere en vez de lo que quieren con una pregunta es un don/defecto que sólo poseen los políticos.

Fue una comida interesante, y un saludo interesante, quiero decir, cuando fui presentado a M. H. Jordi Pujol se me creó una situación extraña en la cabeza; estaba, en cierto modo, emocionado y por otro lado debía aguantarme la risa cada vez que oía su carraspera, conocida y caricaturizada por todos aquellos que leen esto. No seguiré hablando de el Hombre ya que me daría para escribir un libro.

Después de la comida fuimos, los que acompañaba y yo, a hacer la sobremesa a la azotea del Universal, hotel situado en frente del Liceo. Hacía un Sol espléndido y fumar al aire libre resulta muy agradable en esa situación, viendo gente tender ropa en los terrados y turistas paseando por la Rambla. Estuvimos hablando de esto y aquello: textos de Stefan Zweig (sobretodo la póstuma biografía de Montaigne), algo de Joseph Roth (y su Hotel Savoy, que no es el de Londres) y un largo etcétera que el lector se puede imaginar viendo de qué cuerda son los mencionado temas.

En el entretanto me di cuenta de la situación, dos pares de mentores y de pupilos. Entonces pensé en aquello que me había dicho mi amigo Marcelo Stranglehoff de no sé qué película en la que decían que todo hombre, en su vida, ha de tener un discípulo y un maestro, lo que me planteó ¿quién narices es mi aprendiz? y ¿puedo o no elegirlo?, lo lógicamente absurdo es pensar que mentor y pupilo se han de parecer pero creo yo que el pupilo debe de trascender al maestro y hacerse a si mismo con la guía del mentor. Obviamente buscando el parecido con alguien solo se consigue una caricatura del imitado y de uno mismo, si yo fumara los mismos puros que el Dr. Júvar, bebiera sus gintónics, no sería un aprendiz, sería un burdo imitador. Si uno por ser mi aprendiz entiende ponerse americana y corbata, fumar mi marca de cigarrillos y beber cócteles creados en los años 20 no hace más que imitar mi personaje sin aportar nada de nada al que pudiera ser su aprendiz, que lo que aprenderá es una imagen viciada de mi mismo. Es como disfrazarse de hobbit y medir 1'90 y que luego un tercero entienda que los hobbits miden casi dos metros.

El problema reside en si se puede hacer de maestro Shao-Lin y elegir y hacer criba de discípulos o tiene que ser en plan ONG para el desarrollo de la personalidad y ayudar a despersonalizados y estereotipados sujetos en busca de autenticidad. En el caso de mi padre y Narciso, mi padre fue quién eligió, pero en el del Doctor y yo diría que elegí yo. Conclusión, ninguna.

Quizá es que alguien muy abierto de miras me ha dicho que soy abierto de miras y ahora me estoy planteando si realmente soy abierto de miras, como me dicen, o soy tan snob y cerrado como me gusta ser. Puede que sea partícipe de una especie de snobismo abierto de miras o de un ancho de miras esnobista.

Hay que ver con la maravillosa dama de zapatos rojos; ora viene, ora se va.

lunes, 14 de febrero de 2011

Afeitarse como un Presidente.

Desde hace relativamente poco voy a que me afeiten en una barbería de Travessera de Gracia. Es una experiencia curiosa las primeras veces y relajante las "segundas". Desde luego se lo recomiendo a todos aquellos que se afeiten y que no tengan prejuicios generados por personajes como Sweeney Todd o los gemelos albinos de la segunda parte de Matrix. En defensa del afeitado con navaja, debo decir, a estos reticentes a la hoja, que en manos expertas es difícil distinguir la hoja de los los dedos del barbero al tensarle a uno la piel durante un rasurado. Lo que quiero decir es que no es incómodo y desde luego la sensación y el resultado son mucho mejores que con maquinilla.

Suelo afeitarme los jueves y éste pasado, como cada semana, me acerque a la barbería y mientras esperaba mi turno para ser atendido hablábamos el barbero, otro cliente y yo. En una de estas, el otro cliente dijo:

—Esta mañana he visto que te hacían fotos.

El barbero contestó que los de cierto periódico se había enterado que el actual Presidente de la Generalitat de Cataluña (no soporto decir ni que digan President cuando se habla en castellano) se corta el pelo y se afeita en su establecimiento cosa que me lleno, un poco, de orgullo. Tampoco fue algo a lo que diéramos mucha importancia dado que el siguiente tema de conversación fue elevadísimo, una tienda de arreglos de ropa dos manzanas más arriba.

Finalmente, el otro pagó y se fue entonces me pude sentar en la silla del Presidente (dado que de las tres que hay solo se usa aquella).

Pedro, el barbero, inclinó la silla, me puso una toalla como babero, me untó con la brocha de cerda blanda, cerré los ojos y empecé a oír el rasgueo de la hoja contra la barba de una semana. Primero la mejilla derecha y parte del cuello, la izquierda, la parte restante del cuello, la barbilla y, levantándome ligeramente la nariz (cosa que no deja de sorprenderme), el bigote.

Después, recogió el resto de espuma con la toalla y cogió la botella de Floïd Vigoroso (loción para después del afeitado) —la cual no recomiendo para los primerizos en el afeitado (mejor Aqua Velva), no hay cosa que pique más en todo el universo, ver fórmula a pie de página—, tras dejarme medio atontado con el chorretón de este líquido, el cual creo componente de la inyección letal, me masajeó con algo de crema (creo que) hidratante, me cobró y me fui más contento que unas Pascuas con mi cara más suave que el culo de un bebé.

He de señalar que cuando decidí empezar a ir al barbero para afeitarme no fue una iniciativa motu proprio. De hecho, fue por una consigna en una de mis páginas web de cabecera (http://artofmanliness.com):

—Find a Barber.

Yo acababa de volver de un viaje y hacía varios días que no me afeitaba así que indague sobre barberías dónde se afeitara a navaja y, voilá, encontré 3 en toda Barcelona (suerte, la mía que una esta cerca de mi entorno callejero).

Otro motivo es que al no tener la necesidad de afeitarme a diario no me afeito con regularidad y con ello acabo adquiriendo un aspecto sucio o de enfermo —hablo por mi, a unos les sienta bien el vello facial y a otros no—. Pero, bueno, no pretendo que, ustedes, hagan suyos mis motivos pero, desde luego, insto a todos mis lectores (masculinos) que, al menos una vez, sean participes de esta experiencia costumbre de tantos en el pasado.



Fórmula de Floïd:
-6/10 de alcohol etílico.
-1/4 de ácido sulfurhídrico.
-1/20 de ácido de bateria.
-1/10 de guindilla en solución acuosa a un máximo del 25% (sino hace el mismo efecto que el Botox).
-unas gotas de Tabasco para darle sabor.

miércoles, 9 de febrero de 2011

¿Prohibido prohibir? Ya, seguro...

Tras quitarse el camarero lo único que nos faltaba en el Círculo del Liceo era quedarnos sin el copa y puro, quiero decir sin puro, solo copa. El anterior Presidente de la Junta del club habilitó los viejos armarios de las peñas de manera que los camareros se pudieran retirar antes que los socios y, así, nos hemos visto obligados a servirnos nosotros mismos, cosa que no me ocasiona ningún problema, pero esto de privarme de mis cigarrillos...

Comparto con mucha gente lo de que no hay que obligar a los demás a respirar nuestro humo, vamos lo que llaman algunos "fumadores" pasivos. Entiendo perfectamente que pueda molestar a cualquiera el humo de tabaco pero de ahí a prohibir fumar completamente.

Por ahora, hay problemas sanitarios muchísimo más graves que el tabaco: por un lado está el alcoholismo y no hablo sólo de los bebedores empedernidos, hablo del tema botellón, conocido por todos, pero, sobre todo, el botellón entre adolescentes. Yo, gracias a Dios, he aprendido a beber desde la enseñanza de mi padre y de gente que yo he juzgado como de su confianza. Desde luego que alguna vez he bebido más de la cuenta y luego he sufrido las consecuencias pero siempre he disfrutado todo aquello que he bebido. La gran parte de la gente con la que comparto generación no sabe distinguir de un whisky de 10€/botella a uno de 150€, no que yo sepa apreciar uno de 150 € (que seguro que tiene que sentar mal de lo caro que es) pero desde luego se cuando me están dando "garrafón". La gente de mi edad, por norma general no bebe para disfrutar, bebe para desinhibirse; no han sido pocas las veces que he oído la frase "primero bebemos y luego vamos a (ponga aquí el nombre del local nocturno)". Como excusa a esta cita muchos alegarán las mismas excusas que se usan para practicar el "botellón":
-"Es que en la discoteca te cobran a 12 euros la copa"
-"Es que te ponen garrafón"

Secundo ambas excusas pero, desde luego, la solución no es el botellón. Uno puede beber en casa, cosa que no se suele hacer porque A) da palo limpiar y B) mis padres están delante. Respecto a A debo preguntarte, a ti, "botellonero", que pones la excusa, ¿también te da palo limpiar la calle?; y, acerca de B, si tienes vergüenza de hacerlo delante de tus padres, ¿no crees que, a lo mejor, lo que haces no está bien?

Por otro lado, aun secundando las anteriores excusas, yo mismo me las rebato. Yo sé de sitios y consumiciones que se pagan a 12 euros pero son consumiciones y/o sitios a los que no voy a menudo (no hablo de discotecas) por el alto precio que; por alto que sea, viene seguido, de alta calidad en productos servidos y servicio prestado, servicios y productos que se pueden también adquirir por precios menores pero en sitios no frecuentados por la gente de mi generación.

Encontrar una buena atención, un buen producto y un buen precio en la Ciudad Condal no es una tarea ardua si no se es muy sibarita y se es amable con el servicio. En mi caso, sigo el tópico de más vale malo conocido que bueno por conocer pero, aun así, busco lugares poco visitados por el común de los mortales. De tal manera se consigue un afecto por parte del restaurador (no hacen falta propinas para ello) y un mayor conocimiento de la cuantía pecuniaria que supondrá la velada a la vez que un conocimiento necesario para el joven no emancipado, la respuesta a la ya tradicional pregunta materna, "¿A qué hora vendrás?"

Mis amistades con el servicio me han dado desde "precios de amigo" , pasando por cuentas de 0€, hasta lo que yo mas admiro que es saber, ellos, lo que quiero sin saber que lo quiero, ¿me explico?

Creo más agradable comer o tomar algo en un lugar conocido que en la intemperie.

Esto de la intemperie me lleva de vuelta al tema de partida, el tabaco.


Admito que la nueva legislación tiene su razón de ser, preservar la salud de los trabajadores, la cual secundo, pero no deja de sorprenderme ver algunos de los camareros del Boadas o de mi club salir a la calle para fumarse un pitillo, cosa que ya hacían antes de la primera ley antitabaco pero ahora se me hace verdaderamente raro. Por otro lado, no me parece bien que me priven de mis aficiones en tanto en cuanto las llevo a cabo sin afectar ni molestar a nadie. Teniendo en cuenta que en mi club —nuestro club— hay sitios nunca visitados por el personal excepto para limpiar hecho curioso ya que nunca coincido con el personal que se dedica a ello: entonces, si yo estoy en un compartimento más o menos estanco, sin nadie a mi alrededor y ventilo posterior y correctamente la estancia ¿también lo tengo prohibido?

Sinceramente, no encuentro la lógica en la Ley 42/2010, de 30 de diciembre, pues su sino es proteger la salud de los trabajadores pero ¿que narices protege si no hay ni trabajador ni, por consiguiente, salud que proteger?, salvo la mía misma pero la norma no va enfocada a mi.

Me dan ganas de hacerme carlista solo para poder llamar "isabelina" a esta ley.

sábado, 15 de enero de 2011

Aristóteles y Plantón

Hoy, por enesima vez en mi corta vida, he sido victima de la inconsecuencia de un conocido. Me han plantado.

Hay muchos tipos de planton. De todos ellos debo destacar los siguientes: el "me caes bien pero no quiero salir contigo", el "es que esta esta chica", el "coño, podrias haber llamado" (cita del plantado), el "que hijo/a de puta" (tambien dicho por el plantado) y, por ultimo, el "¿era hoy?".

Yo hoy he sido obsequiado con un "es que esta esta chica", del cual contare mas tarde la historia.

Primero hablare de los varios tipos. Empiezo por el paradigmatico "que hij@de puta". Este se da cuando habiendo quedado con alguien, generalmente en plan cita, no se presenta al sitio, logicamente, ni nos avisa de su ausencia ni da explicaciones. Basicamente, el ultimo contacto fue cuando se establecio el lugar y la hora de encuentro.
Muy parecido es el primer tipo mencionado en la enumeracion. La persona citada nos da explicaciones que incumplen la regla de Brad Pitt (vide the art of manliness).
Al contario del "me caes bien [...]" el "coño, podrias haber llamado" conlleva el cumplimiento de la regla de Brad Pitt pero solo se dan explicaciones, como muy pronto, al dia siguiente de la "quedada". El menos importante, que no por ello deja de ser menos comun, es el "¿era hoy?" suele darse en reuniones de amigos, cuando se llama al faltante (¿existe esta palabra?) y este hace la pregunta que da nombre a esta clase de planton.

Finalmente, procedo a relatar mi caso. Como he dicho me han hecho un "es que esta esta chica", mejor dicho, este chico... Habia quedado con un amigo pero este, cuando ya estaba saliendo para el emplazamiento fijado me ha llamado diciendo que no saldria esta noche (debo decir que el susodicho es alguien notado por su falta de puntualidad y un servidor, lo es por la enfermiza puntualidad que profesa). Le he preguntado la razon de su reclusion hogareña y se ha visto obligado por su concowncia a contarme que un chico de su misma preferencia sexual (y, supongo, mas agraciado que yo) le habia invitado a ir a un local nocturno de indole homosexual del cual no dire el nombre por no hacer proselitismo. Sin decirlo me ha implicado que "es que estaba etse chico". Admito que mi frustracion es injusta ya que yo hubiese o hubiera —como decian Tip y Coll— o hubiere o "hubierube" —como dirian Les Luthiers— hecho lo mismo en su sitiuacion y, repito, dado que chico es mas agraciado que yo.

(Como ya es costumbre (que me disculpe de algo), pido perdon de mi abuso de la paciencia de ustedes, lectores. Buenas noches y —parafraseando a nuestro Presidente del Gobierno citando una pelicula— buena suerte con los plantones*). **



*Extension de la cita sacada de la cosecha del autor.
**Me disculpo del planton que nos dan los acentos dado que escribo desde mi movil y, ¿como decirlo?, da mucho palo ponerlos desde el teclado de un iPhone. Pido clmencia en cuanto a temas de errores tipograficos por el hecho de no haber revisado e presente escrito que se puede calificar de texto en sucio.

domingo, 2 de enero de 2011

Mientras tanto, en El Cairo...

Atardecer del 1er día.

No llevo ni 24 horas en África y ya me gustaría quedarme a vivir, ahora entiendo porque mi señor abuelo vino aquí a curarse de la tuberculosis (y en una espécie de terapia preventiva para otros dolores físicos). Yo ayer salí de la Ciudad Condal bajo los suplicios de un resfriado que me habia producido tal congestión que en cuando me sonaba o tosía—perdón por la escatología— dejaba el pañuelo cubierto de mucosidad espesa y sanguinolenta, de ahí que me identifique con don Guillermo Gladstone que huía de la leva para la quinta del biberón.

Ahora me encuentro en la terraza del hotel, en la sección del patio, por supuesto. Hoy he conocido a dos autóctonos que, estereotipadamente se llaman, Ahmed y Mustafa (que no Mustafà). El primero nos hacia de intérprete a la vez que de guía, cuando el segundo era el que conducía la furgoneta. Con Ahmed, he visitado hoy las pirámides de Giza las cuales, al contrario que a mi familia, han satisfecho todas mis expectativas; mi madre se ha limitado a observar que ella se "las imaginaba más grandes". Lo que me ha medio decepcionado ha sido la Esfinge, más bien me ha parecido algo puesto como decoración de un parque temático, me gustaba más la imagen que tenía de ella, de fotografías tomadas cuando Carter aun no había descubierto la tumba del faraón Tut.

Después de pasear entre aquellos monumentos y dar una vuelta en camello, hemos ido a comer al Hotel Mena House, que fue visitado varias veces por Winston Churchill y dónde se rodaron algunas escenas de la película de 1954 "El Valle de los Reyes", protagonizada por Robert Taylor.

Finalmente, debido al cansancio por las caminatas de la mañana, he llegado al punto en el que me encuentro, la terraza del hotel.


Atardecer del 2º día.

Hoy he hecho dos de las estaciones mas esperadas, almenos para mi, de este viaje: el Museo Egipcio del Cairo (valga la redundancia) y el mercado Khan El-Khalili ("jan eljalilih" pronunciado por los autóctonos").

El primero era nada más inada menos como me lo imaginaba y deseaba que fuera: un edificio repleto de momias, esculturas y cualquier otro tesoro con más de 2500 años de antigüedad, pero sobretodo, lo que tenia en mente era un edificio mal conservado aunque lo que albergara estubiera bien cuidado. Odio que se cumplan mis espectativas acerca de un viaje, eso hace que todos los demás echen por los suelos mis sueños e imaginación.

Al llegar a Khan El-Khalili, le hemos dicho a Ahmed que no hacía falta que nos acompañara y él, viéndonos presa facil de maleantes ytimadores nos ha insistido mucho en el tema de comprar metales preciosos (que pueden no serlo tanto). Hemos bajado la furgoneta y hemos empezado a andar. Me estaba encendiendo un cigarrillo cuando ha aparecido Ahmed acompañado por un agente de la Policía Turística y un armario ropero de 2'10 metros con traje gris arrugado (más arrugado de lo que suelo ir yo). Me ha soltado una parrafada muy larga de la que solo he entendido que el altote fortachón se llamaba Hassán (y dale con los mombres estereotipados.) y que nos haría de gorila en nuestro paseo por el mercadillo de manera gratuiía. De buenas a primeras no me ha sorprendido aquello debido a que he visto más agentes de la Policía Turística que de ningún otro cuerpo policial, y con bastante diferencia; por otro lado, puede que simplemente fuera un agente de paisano. Al final, hablando con Mr. Hassán (como se me ha presentado), he acabado sabiendo que era un servicio gratuíto que prestaba la PT (me he hartado de poner Policía Turística) a según que visitantes de Khan El-Khalili.

He dicho que al principio no me ha sorprendido que nos acompañara aquel armatoste de persona pero más tarde si me llevado un sorpesa cuando habiendo sido avisado de que iba armado he salido de una tienda para encender otro pitillo (mala costumbre que he cogido en casa por la ley antitabaco, aquí se puede fumar en todos lados), me ha seguido Mr. Hassán y al verle le he ofrecido el paquete. Me ha dado las gracias y me ha dicho que no fumaba cigarrillos, entonces nos hemos puesto a hablar de shisha, en ese momento de ha puesto bien la americana y al levantársele el faldón izquierdo he visto que llevaba un subfusil, ¡algo enorme para llevar bajo el traje! Cierto que no he parado de ver PTs armados con MP5 pero aquello no me lo esperaba.

El paseíllo por el bazar ha terminado en una cafetería, El-Fishawi, donde hemos tomado algo mientras Mr. Hassán difrutaba una shisha. Yo he tomado un té (no se de qué origen) en un baso con hojas de menta lo cual me ha permitido prescindir del azúcar y le daba a ese brebaje un encanto especial.

Me he podido dar cuenta de que las palomas de aquí son los felinos. De hecho en Khan El-Khalili, se puede ver gran cantidad de gatos pequeños aunque la mayoría son monos, muchos se ven "espallufats" (según mi madre) y sarnosos. De hecho en El-Fishawi han entrado dos gatitos que han ido a sentarse debajo de la silla de mi padre y cuando se han movido hacia la mesa donde conversaban dos chicas autóctonas, éstas se han asustado como si de ratas gigantescas se tratara.

Después de reposar un rato hemos cogido un taxi que nos ha dejado en la Plaza de la Ópera, por allí hemos paseado un poco viendo lo que es El Cairo de verdad: muy parecido (de acuerdo con mi padre) a la España de finales del segundo tercio del siglo pasado.

Con tanta vuelta y paseo hemos vuelto al hotel para comer (a las 5 de la tarde).


Tarde del 3er día

Me he permitido omitir la velada de fin de año por pertenecer a la estricta intimidad familiar (además todos ustedes ya tienen suficiente con su propio anecdotario infinitamente más interesante que el de un servidor).

Esta mañana hemos ido a la Ciudadela de Saladino. He disfrutado enormemente con las vistas del skyline del Cairo y la increíble belleza de la Mezquita de Alabastro. Es curioso como la falta de icono en los templos musulmanes es subsanada por una exceso de decoraciones que, aunque abundantes en extremo, no son recargadas. En el templo hemos mantenido una "charla" acerca de religión con Ahmed, claramente musulmán practicante. El hombre, sin hacer discriminación de las otras religiones, ha hecho larga apología de sus creencias aunque no proselitismo. De hecho, la mesa redonda en la que he participado, sin mesa ni silla (en el suelo), me ha recordado a las discusiones de religión en los bares que frecuento en Barcelona y, dede luego, me ha inspirado razonamientos que hubiesen solucionado discusiones que he tenido en los últimos meses.

Al acabar con la visita gigantesca fortaleza nos hemos dirigido al barrio copto, allí hemos visitado la Iglesia de San Sergio y la Sinagoga de Ben Ezra, según fuentes autóctonas la iglesia y la sinagoga más antiguas del mundo.

Final del 4º día (ya en Barcelona)
Podría decirse que esto es la madrugada del 5º día debido a la hora a la que escribo esto.

He aprovechado la mañana para bañarme en la piscina del hotel, aunque estaba nublado y había una niebla muy espesa la temperatura acompañaba la situación. Después de haber hecho las maletas hemos hecho una última visita a Khan El-Khalili con Mustafa. Cuando volvíamos a la furgoneta he visto a un hombre muy bien vestido y claramente de estilo barcelonés y de repente me gritan por la izquierda "¡Hola!", nos hemos encontrado con Jaime Castilla, consocio mío en el Círculo del Liceo (el club mencionado en otro escrito). Jaime es lo que podría llamarse un gentleman paradigmático; un hombre guapo siempre vestido con la mayor de las elegancias aunque siempre con una gran cantidad de excentricidades (claramente distintas a las de mi mentor o las mías); por ejemplo, como es capitán de yate, se digna a venir a cenas de gala con uniforme de gala marino en lugar de tuxedo. Debo añadir que tiene por esposa una de las más bellas mujeres de Barcelona. Son una pareja muy agradable con todo el mundo, como prueba la ocasión, en todo el mundo.

Ya para terminar, hemos cogido el avión de vuelta a casa (que en teoría salía a las 8:00 pm, hora egipcia) a las 9:15 pm para llegar a la una de la madrugada (teníamos que llegar a media noche). Después de dejar maletas y bolsas en casa me he calzado un abrigo y he salido a tomar una copa. He ido a un bar a la vuelta de dos esquinas y cuando me atendían me he encontrado con una amiga medio vecina que me ha invitado a acabar la velada con sus compañeros de universidad.


Buenas noches (aunque sean las tres de la madrugada me parece un insulta decir buenos días)