martes, 1 de noviembre de 2011

¿Como llama un tejano a su hija?

¡Yeeha! Este domingo toqué en una jam session de bluegrass en un afamado bar del barrio de Gracia, el Astrolabi. Estoy convencido de que más de uno debe creer que soy un estirado, niño bien o alguna cosa por el estilo. La cosa es que en aquella velada toqué mi banjo acompañando a otros 4 músicos mucho mejores de lo que yo seré pero a pesar de mi se creó un ambiente festivo de baile y cánticos de rednecks y cowboys americanos; algo parecido al ambiente bávaro que viví en la Volksfest de Stuttgart pero en tamaño reducido. Esta vez nadie rompía jarras de litro ni comía pollo frito pero corrían las cañas y alguna que otra tapa de aceitunas.

Saltó con la armónica al escenario una muy buena amistad de mi compañero Stranglehoff y mía propia, Eduardo Ramos (barman que regenta un excelente cocktail bar en Sant Gervasi). Fue grata la sorpresa que se acoplara sus bufidos e inspiraciones metálicas a un estilo musical que no es el suyo con tanta facilidad.

Lo gracioso de todo ese ambiente es el hecho de que se respirar un aire como de saloon de película de John Wayne (pronunciado tal como se lee) sin peligro de tiroteos y con algún tema contemporáneo como "Tell It To Me" de los Old Crow Medicine Show. Aquellos bailes esperpénticos de pies al aire y brazos entrelazados: nada de danzas kuduro o cosas así.

Fiesta, bailes, alegría y música pero dentro de la animación reinaba una gran calma, sin necesidad de altos volúmenes ni alcohol barato ni altas horas de la madrugada para creer haberlo pasado bien y recordar poco o nada. Sencilla diversión que incluso los que no serían de esta cuerda la disfrutarían (oí más de una vez la frase "esto tenemos que hacerlo más a menudo").

Mi conclusión es que llegar a las once y media de la noche a casa, completamente sobrio y con una gran sonrisa es mejor que la mayor de las interminables noches de locura y desenfreno, con la resaca que conllevan. He dicho.

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