sábado, 19 de marzo de 2011

Calle Salmerón

(Recomiendo a los usuarios de Spotify que al leer éste articulillo escuchen una y otra vez The Old Fun City de Burt Bacharach en la banda sonora de "Butch Cassidy And The Sundance Kid" para mayor apreciación y sumergimiento en el contexto del escrito. Es más, les insto a buscar las imágenes que me han inspirado el texto.)

No pudiendo dormir pensando en qué estarán haciendo mis colegas en una noche en la que mi mayor plan ha sido ir a conversar al Cementerio de Elefantes (antro de bella y mala reputación del barrio), finalmente me he puesto a merodear por otros antros cibernéticos observando fotografías del blog itsbarcelonababy donde mi hermana salió retratada por su buen gusto en cuanto a vestimenta, he encontrado un video de una vista tomada del tranvía 169 de Barcelona en el año 1908 de Nuestro Señor. Este tranvía hacía el siguiente recorrido: subía por Paseo de Gracia siguiendo por Gran de Gracia (antes calle Salmerón) y en la Plaza Lesseps se encaminava a Avenida República Argentina y una vez arriba del todo pegaba la vuelta para volver por donde había venido a Plaza Cataluña y volver a empezar el recorrido.

El video me ha provocado nostalgia y melancolia por un tiempo que no pude vivir ni conozco ni conoceré a nadie que lo haya vivido. Es una situación histórica en la que mentalmente me gusta imaginar al Dr. Júvar o a mi padre; por supuesto, sé que no la vivieron pero, desde luego, conociéndoles, es perfectamente elucubrar que la vivieran, no por la edad física que aparentan.

La gente, consciente de la cámara rombolesca (nada que ver con las de ahora) en el morro del tranvía, procuraba pasar por delante de ésta de manera disimulada (como quien no quiere la cosa) aunque había algunos transeúntes que montaban la escenita y se hacía ver de manera teatral como si se hicieran una retrato al estilo de la escena de The NY Sequence en "Dos hombre y un destino".

Ver a gente bien vestida (¡y de diario!) por el Paseo de Gracia o la Calle Salmerón es una imagen que me sorprende y a la vez me parece natural, como si la hubiera visto un millar de veces (en mi cabeza). Hoy en día, mucha gente se emperifolla cuando en realidad visten como pordioseros (no implico que trajearse sea la máxima de mi canon estético); lo que debiera hacer todo el mundo es llevar la ropa con más naturalidad; a todo el mundo se le ve interpretando un personaje de acuerdo con su estilo de vestimenta, cosa que resulta ridícula y cargante ya que no es su verdadera personalidad sino un ente creado por el miedo al "¿qué dirán?". En las imágenes inspiradoras de lo que escribo veo inconsciencia en cuanto al atuendo, cada uno lleva lo mejor que puede lo que tiene para cada día sin importarles que llevan pues es lo que les identifica dentro de la sociedad en la que, con mayor o peor fortuna, diré que se sitúan más arriba o más abajo pero están orgulloso de su posición. Actualmente, el que está arriba pretende que está más abajo y el que está abajo apunta para arriba con un falso orgullo de su posición real. Cada uno debe aceptar lo que es y donde está a la vez que acepta lo que son y dónde se encuentran los demás.

Hay una asunto que sigue inquietándome, lectores míos: ¿me ven ustedes como un excéntrico pretencioso, un romántico acabado o qué? (Espero que empiecen a usar más a menudo la sección de comentarios de este blog).

Espero que este artículo les haya resultado menos pesado de leer ya que algunos de ustedes ya me han criticado por extenderme demasiado. Adjunto, además, un saludo a la señorita Fores quien me ha mentado la despreciable pero necesaria publicidad que hago de estos escritos.

2 comentarios:

  1. A través de lo que uno ve en el blog, así como de la perspectiva de tu persona nutrida por el vínculo que nos une desde una antigua amistad de colegio, a usted le veo como un sujeto típicamente romántico asterisco; ante la paradoja expuesta justo arriba, pues difícilmente se es típico y especial a la vez, le propongo la siguiente caracterización: usted es especial y típico a la vez, porque usted ha sido típicamente especial desde siempre; usted de típico tiene el afán de querer ser especial, así como tiene de especial el ser especial del mismo subgrupo de especiales (válganse las redundancias). Así pues, su persona, aunque es comúnmente típica porque hoy en día todos quieren y son especiales, es especial porque usted ha escogido ser, dentro de los especiales, una persona de inspiración intelectual, bohemia y romántica (este último, en negrita a poder ser). ¿Y es qué hay algo más agradable en la vida que poder gozar y disfrutar de cosas, sentir e imaginar, percibir, exagerar y pensar en cosas que nadie más puede hacerlo? Si nadie más puede hacerlo, al ser uno romántico y, con ello responder a este tipo de habilidad, es especial en si mismo, en tal afirmación como si del ‘pienso luego existo’ se tratara.
    Porque las cosas, cosas son; las cosas, o se hace un ejercicio de externalización para analizarlas desde una óptica más romántica, más ideológica, o se convierten en meros sujetos de satisfacción temporal. ¿Y que es, sino, ser romántico? Pues no es más que un modo de vida que eleva las ganas de vivir de ella.
    Si ha sobrevivido a los jardines sintáctico-filosóficos del comentario aquí presente, déjeme decirle que me recuerda a la figura de un pulido e intelectual escritor judío-italiano, joven de edad, que residía en las Américas de los años veinte.
    Muy atentamente y enviándole un fuerte abrazo,
    Jacob

    ResponderEliminar